Este disco es el fruto de un largo y paciente proceso de composición, arreglos, grabaciones, en la que participaron numerosos amigos de Mercedes García Blesa. Amigos adultos y niños. Muy reconocida en el ámbito de la música académica por su talento como cantante, requerida tanto para conciertos de música antigua como contemporánea, esta música también viene trabajando en educación musical hace tiempo. Pero más allá de sus antecedentes, veamos qué hay en el disco.
Ritmos argentinos y latinoamericanos, composiciones propias en todos los casos, con poesías ajenas en algunas canciones puntuales, mucho sentido del humor y un fino olfato para entender por dónde pasan los intereses de los niños. Barriletes y flores se inscribe en la corriente que generó el MOMUSI y que tiene referentes como Luis Pescetti, Los Musiqueros, Caracachumba, a los que luego se sumaron también Mariana Baggio (con Barcos y Mariposas) y Magdalena Fleitas. A la vez, por la calidad de los cantantes, recuerda por momentos a los discos del Pro Musica de Rosario para niños.
La principal característica de estos artistas es el respeto por el público infantil, que lleva por lo general a atraer también a los adultos; un cuidado por las formas musicales; mucho sentido del humor; una interpretación veraz y el uso de instrumentos originales, cotidiáfonos y poca chatarra... Es decir, lo opuesto de las aberraciones musicales que difunden los canales comerciales para infantes. Y dentro de ese panorama, Mercedes aporta muy bellas melodías y un cuidado notable por la intepretación, con excelentes músicos (se destacan las guitarras en este disco, pero también los cantantes invitados).
Hay puntos muy altos como Y un valsecito a la lu, el Poema de Santa Rita o Samba para dormir a un bebé, y también temáticas que recorren todo el disco, en forma de separadores, derivados de La Májaragiájara (track 2) por un lado, y de breves miniaturas sobre animales, por el otro, que concluyen en Ferocidades (track 16).
Resta decir que este disco se pudo editar gracias a un sistema de financiamiento colectivo, lo que permitió que la gráfica sea un lujo inusual en estos tiempos: un bello digipack de cartón con un librito de 16 páginas, con todas las letras e ilustraciones para que los chicos lectores puedan seguir cada canción.
Club del Disco
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