¿Quién no siente cierto estremecimiento al visitar la música, mucha de ella maravillosa, por cierto, de 1975, 1976, 1977? Discos como Durazno sangrando y El jardín de los presentes, de Invisible, fueron grabados en esos años, así como la despedida de Sui Generis, o los discos de Crucis o Espíritu, entre otros tantos. Síntesis no escaparía a esa sensación apocalíptica, si no fuera por un pequeño detalle que agiganta esa percepción: se grabó exactamente los días 24 y 25 de marzo de 1976 en pleno centro de Buenos Aires. Tenían la fecha comprometida y vinieron desde Rosario a grabar con el "Portugués" Da Silva.
Más allá del marco histórico, la música que traía a estos rosarinos a grabar en Buenos Aires su primer (y, a la postre, único) L.P. era hija de su época, aunque tenía rasgos originales que la destacaban de otros intentos instrumentales. El más notorio: el uso de los vientos. Quien tenía mucho que ver con ese interés en instrumentos más habituales en el jazz o en la música clásica que en el rock era Jorge Migoya, el guitarrista y compositor del grupo, que luego incursionara en el clarinete y en el piano, entre otros instrumentos, y a quien presentamos hace un par de años con Elefantes, curiosamente el último disco en salir en LP de vinilo en el sello Melopea, en 1991 y reeditado 22 años después.
Las bases complejas, pensadas para músicos virtuosos (o, por lo menos, muy estudiosos), con métricas raras y con la idea muy lejos de cualquier complacencia con el público, transformaron a Síntesis en un grupo de culto dentro del núcleo de amantes de la música entonces llamada progresiva y que hoy en día se agrupa en lo que se denomina rock sinfónico.
Más de una grata sorpresa recibirá el oyente inquieto que se aventure en lo que proponía este grupo hace 40 años. Un merecido rescate que hace a la memoria de nuestra historia musical.
Club del Disco
Comentarios