Lo revelador de este nuevo disco de Ezequiel Borra, es la contundencia lograda en el tiempo y espacio justo. Son sólo diez temas y en ellos está plasmado todo su talento, la multiplicidad rítmica y tímbrica, la calidez y la calidad para hacer canciones frescas y precisas. Consigue dar rienda suelta a su humor, a la ternura y cierta locura diciendo las verdades más crueles, todo en versos bien logrados y respetando como nunca antes la estructura de la canción.
Hasta se anima a la balada rock (Madre), o al reggae (Felicidad barata), pero incluso en esas y otras piezas hay transgresión de estilos y transformación en el desarrollo de los motivos. Las libertades de género no son sorpresa en su impronta cancionística, sólo que aquí logró condensar todas las ideas en temas bien concretos que promedian los tres minutos cada uno. Algo que en cuanto a la producción habla de conceptos bien acabados en la búsqueda de nuevos públicos, otros horizontes. El riesgo aquí lo corre en ser más accesible con mucha creatividad, apertura. Y la verdad es que conquista de principio a fin.
Los diferentes coros del disco fueron grabados por distantas agrupaciones tales como: los internos del Frente de Artistas del Hospital Borda; el Taller de Música del Hogar Padre Mujica de la Villa 31 y los alumnos de la escuela primaria Casto Munita (Bs As). Además colaboran en el disco como invitados especiales Liliana Herrero, Leo Maslíah, Santiago Vázquez, Martín Buscaglia, Tomi Lebrero y Sofía Viola, entre otros.
Podemos decir que es un disco con el que Borra trasciende la escena independiente, y se la juega con buenas artes, por un lugar entre los compositores populares del buen rock argentino.
Club del Disco
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