Si no conociéramos la historia que respira detrás de estos dos CDs, sólo leyendo los nombres de los músicos que se sumaron al trío que en los '70 conformaban Litto Nebbia, Astarita (batería) y el Negro González (contrabajo), nos gustaría escuchar con atención el material: Dino Saluzzi, Rodolfo Alchourrón, Manolo Juárez y Domingo Cura, entre otros, participaron activamente (es decir, en mucho más que un track) de esta grabación.
El proceso de grabación mismo, con un joven “Portugués” Da Silva como responsable, fue un oasis en medio de la irrespirable atmósfera de esa Buenos Aires de 1977. Pero toda esa historia está muy bien narrada por el propio Nebbia en los apuntes del generoso librito que acompaña esta edición. Última grabación de Litto antes de partir a su exilio en México, estos dos discos resultan en cierta forma un buen resumen de todo lo que había planteado desde 1972 en adelante: su trabajo, sólido, en trío con Astarita y González, alternando él en la guitarra y el piano (pero cada vez más volcado a los teclados y experimentando inclusive con los primeros sintetizadores y ensambles de cuerdas); su alianza indestructible con Domingo Cura; su dúo poético-musical y vital con Mirtha Defilpo; sus colaboraciones con Alchourrón y Saluzzi; todo se encuentra en Canciones para cada uno.
El nombre de este álbum doble se debe a que muchas de las canciones están dedicadas a los amigos que colaboraron con la grabación: a Saluzzi, a Manolo Juárez, a Domingo Cura. Tiene una impronta algo jazzera (por el lado del latin jazz) pero también algo de la influyente música disco que se escuchaba en esa época, y cómo no, esas baladas con armonía y ritmo de bossa nova que siempre nos regaló Nebbia.
Pensando que esta banda es contemporánea de experiencias como La Máquina de Hacer Pájaros o la Banda Spinetta (con quienes compartieron escenario por esos años), hay que decir que se nota una base realmente muy sólida: el tándem Astarita-González es notable y difícil de equiparar por músicos formados en el rock, puestos a tocar músicas cercanas al jazz. Dicho esto, resulta imposible no asociar Pájaros de la tarde de Buenos Aires con Las golondrinas de Plaza de Mayo (tema de 1976 de Invisible). Asociación que no pasa tanto por la melodía en sí misma como por la orquestación (bandoneón, cuerdas de teclado), el clima y la letra. Una belleza que esperaba ser redescubierta.
Hay muchos momentos muy altos, elegir dos o tres sería muy difícil, pero sin dudas una joya que eriza la piel es Canción para Dino Saluzzi (track 3 del CD 1) donde canta (además de Litto) el propio bandoneonista homenajeado. Se lo escucha a Nebbia encendido, inspirado y preciso. Los bonus tracks, todos de actuaciones del trío de 1973 tienen un carácter más bien documental y no son de la misma época de las grabaciones. Interesantísimo para los fans y para los que aman la historia del rock nacional, se recomienda escucharlos por separado, ya que no son parte del disco.
Producido por Litto Nebbia
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