Desde el arte de tapa, entre oriental y onírico, se adivina ya que estamos ante una obra distinta, difícil de encasillar. Y como nuestros socios saben bien, esos son los discos que más nos interesa difundir. Últimos soles del verano es oriental por partida doble: tiene una clara inspiración asiática, o por lo menos eso sugieren melodías, ritmos y todo lo visual que compone el arte gráfico, y su autor es de origen uruguayo.
Gastón Urioste nació en Montevideo pero pasó los últimos años en Francia y hace poco que reside en Buenos Aires. Este mix, Uruguay - Francia - Argentina, puede remitirnos a Gardel, pero aquí hay otra cosa, música de cierto perfil académico, pero no formal. Fusión de jazz con canción y algo étnico de algún país inventado; pues el autor es raro ya desde el instrumento fundamental que toca, el oboe, poco usado en música popular e identificado con el repertorio clásico y barroco.
Cada tema tiene su propio clima, los instrumentos no se organizan nunca de la misma manera. Una de las claves del disco es la voz de Vicky Zotalis, que es un instrumento más en la orquestación de las composiciones. Y es que se trata de un compositor con mucha imaginación para orquestar. El Vals a Emilia es un momento muy elevado del álbum: Zotalis canturrea una suerte de jodeln (el canto típico tirolés sin palabras), en este caso más vietnamita que suizo, sobre una base de valsecito alocado.
Salvo en Flechazo, las canciones no tienen letra, la cantante vocaliza como si se tratara de otro instrumento de viento. Y producen un encantamiento orgánico. Por otra parte, las piezas instrumentales suenan por momento como una orquesta para acompañar a un cantante popular, por ejemplo de los años '50, pero sin el cantante. Los climas del disco son muy variados, pero una especie de ola de calurosa felicidad, o leve alucinación parece recorrerlo de punta a punta.
Por momento la base rítmica arma un groove que nos hace mover, además la riqueza tímbrica abre puertas en el espacio sonoro a recovecos o giros melódicos. Ensoñados por las imágenes del arte gráfico y alegremente conmovidos con estos sonidos, al terminar de recorrerlo tenemos la sensación de haber estado por un rato en un país lejano, de paisajes hermosos y ondulantes.
El color que hace única esta obra es el del atardecer en los últimos días de verano.
Producido por Gastón Urioste
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