La traducción del título A traveler’s sketches es Los bocetos de un viajero y representa cabalmente el concepto del disco. Como en un cuaderno en el que el viajero va guardando dibujos y apuntes de cada sitio al que sus pies lo llevan, no cuesta nada imaginarse a Joe Troop, con el banjo y el violín a sus espaldas recorriendo el mundo. Su espíritu inquieto y sus deseos de aprender lo han llevado desde Winston-Salem, su ciudad natal en Carolina del Norte, a Andalucía, desde donde ha viajado con la música a Inglaterra, a Marruecos y finalmente a Japón. Allí residió un par de años, llegando a dominar el idioma japonés. Luego de unos años en su terruño, nuevamente ha decidido viajar, y desde comienzos de 2010 está en la Argentina. Así es que sus canciones pueden ser en inglés, pero narrar la vida de un hippie de El Bolsón, como en el track 2 o incluir un instrumento de viento tradicional japonés, o jugar con el flamenco que aprendió en sus años en el sur de España.
Todo es auténtico en Joe Troop y sin embargo al abordar la música desde el banjo o desde el violín aprendido en la práctica folklórica de la música estadounidense, todo remite a esa Carolina del Norte que lo vio nacer. El dúo que conformó aquí con Diego Sánchez en contrabajo, le permite una amplia gama de posibilidades rítmicas y tímbricas: puede ser una rápida danza usando el banjo y el contrabajo pizzicato, o una balada como en Lauril en la que se pasa al violín y ambos usan el arco. Sánchez es un instrumentista muy completo, su manejo en velocidad del arco, y en el registro más agudo, es realmente asombroso (escuchar They called him frog, track 9). En cuanto a la voz de Joe, es un cantante afinado y expresivo, con una dicción clara. Es muy rara su facilidad para pronunciar el castellano a la perfección, sobre todo en las vocales, que es donde suelen denunciarse los angloparlantes al intentar cantar en nuestro idioma. Se nota un cuidado trabajo con la pronunciación y que ha estudiado bien nuestro idioma.
A lo largo de las doce etapas de este viaje que es el disco, escuchamos las huellas que dejaron sus caminatas por la música andaluza, marroquí, china, japonesa, el jazz francés, el tango, la bossa y más, pero todo sobre la sólida base de su origen, de ese bluegrass cuyo color característico aportan el banjo y el violín, y la voz algo triste, dulce y apenas nasal de Joe. Un trabajo muy original que nos permite viajar con este músico ambulante desde su mirada curiosa; y desde una tradición sonora que no habíamos presentado antes. Vale la pena echar una mirada a esta tradición viva de la música norteamericana.
Producido por Joe Troop y Germán Faviere
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