Pablo Agri conduce este equilibrado sexteto de cuerdas (tres violines, viola, cello y contrabajo) que sólo ve alterada su formación con la inclusión del sabio bandoneón de Leopoldo Federico en dos momentos del disco: Éramos tan jóvenes y Extravío (tracks 3 y 10, respectivamente). Hay dos tangos, además, en que los arreglos están a cargo del invitado (el 3 y el 9, A Osvaldo Tarantino). El resto del trabajo cuenta con los arreglos (y algunas piezas escritas especialmente para esta formación) del gran José Carli, que le da un carácter a la vez cristalino y melancólico, si cabe, a este disco excepcional. El nombre de Pedro Laurenz se repite más de una vez entre los autores que versiona el sexteto de Agri, quien sólo ataca un número de Gardel, nada menos que el archiconocido El día que me quieras, al que Carli arregló para trío (violín, viola y cello). El resto de piezas, sin ser un repertorio extraño ni inusual, no transita ningún “número puesto”. Además de sus arreglos, decíamos que José Carli nos obsequia con cuatro Cuadros tangueros, como él los llama, que ocupan la parte central del disco y le dan el nombre, claro.
No se trata de un trabajo revolucionario ni de un disco que haya cambiado la historia del tango. Pero sí, por varias de sus características, de una obra de antología. Hay seis excelentes cuerdas que conocen a la perfección el lenguaje en el que se expresan; un arreglador-compositor que maneja las voces con la soltura de la música popular y sin desconocer la historia del tango pero empleando también todo lo que le puede dar a un músico el discurso académico y a esto se suma una grabación excelente, hecha en uno de los mejores estudios (Ion es un caso único a nivel mundial) con los técnicos que más lo conocen.
No hay mucho más que decir, mejor escucharlo y listo. Están para ponerles los marcos y colgarlos de la pared, estos cuadros...
Producido por PAR
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