En este caso se anima a una producción de tipo música de cámara, poco ambiciosa y alejada del concepto habitual de un disco de folk. Coiffeur es el seudónimo de un muchacho del Oeste del Gran Buenos Aires que canta muy bien y con un registro muy particular, posee además gran técnica y pulso para tocar la guitarra; desde allí nace entonces esta nueva obra del solista, y es lo que domina casi toda el disco. Salvo tres piezas instrumentales –un motivo que abre y cierra el disco, más la bella Horóscopo–, que también incluyen guitarra, todo el foco esta puesto en el canto y su acompañamiento de cuerdas. Claro, no hay sólo guitarras acústicas en El Tonel…, la instrumentación suma viola, violoncello, oboe, corno, piano, más algunos efectos o capas sonoras.
Se trata de una audaz jugada de este cantautor, que no se queda atado en la forma de la canción simple, y busca vericuetos melódicos para deshilvanar sus fábulas. Es pausado y profundo, ofrece una temporalidad lenta, alcanzando momentos de gran emotividad. No pretende ser dulce ni muy abierto, sí accesible ya que va hacia bordes siempre cercanos, y es allí donde el resultado armónico de sus canciones, y los timbres elegidos, aparecen para hacernos flotar en unas nubes apenas grises. No se puede obviar mencionar cierta influencia spinetteana que en este trabajo, ya desde el nombre, tiene más presencia que en las grabaciones anteriores de Coiffeur, de impronta más rockera quizá. El tonel de la Danaides tiene un fuerte carácter intimista, casi solemne; es una pequeña orquesta que acompaña a la voz clara que lleva adelante sus relatos vívidos. Todo, muy bien grabado y procesado.
La particular y bonita presentación gráfica es arte también, hecha con sumo talento y calidad, para cerrar un conjunto especial y temático. El nombre del disco remite a la mitología griega, y en ella, al castigo de la Danaides (cincuenta hijas mujeres del rey Dánao) que fueron condenadas por los dioses a llenar con agua un tonel sin fondo.
Producido por Mariano Esain y Juan Stewart
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