Canciones guachas es el nombre del primer material discográfico que se podrá disfrutar en físico de SOA, acrónimo que apenas esconde a Santiago Olariaga Artola. Probablemente muchos lo conozcan por su música, pero otros tantos por su trabajo detrás de escena. Es arreglador, productor y músico de sesión (toca hace diez años con Ruben Rada, por ejemplo, entre otros notables artistas) y ha trabajado tanto en la Argentina como en España, Estados Unidos, Japón y Uruguay, país donde nació y donde actualmente reside. Hoy se anima a crear un proyecto de composiciones cien por ciento propias y con una propuesta innovadora pensada como una experiencia audiovisual.
Lo notable del álbum es que está compuesto por dos formaciones: un trío que toca y graba en Uruguay y un quinteto que lo hace en Argentina. Ambos grupos transitan a veces de forma intercalada y otras, de forma consecutiva aportando cada uno su impronta. El primero propone un sonido más minimalista, juega con texturas, planos e intensidades y el segundo, con Camila Ibarra y el propio SOA en voz, le inyecta mucho ritmo y energía.
El álbum habla en clave de candombe beat, pop electrónico, funky, jazz, R&B. Es música que nace sin dudas desde territorio rioplatense, pero cuyas raíces exceden los límites de nuestras fronteras políticas e incluso culturales. SOA nos trae una versión impecable de Dear Future Person (track 7), una composición de los artistas japoneses Shintaro Sakamoto y Keigo Oyamada, dúo más conocido como Cornelius. En su formación de trío uruguayo, logra una nueva interpretación muy sentida de la canción en su idioma original. De Japón, vuelve orgánicamente a Uruguay y escuchamos Modo Celeste Remix (9), un tema al que le pone voz como cantante invitada Julieta Rada con una melodía popera que nos deja con una bella sensación al finalizar el disco.
Este álbum es un lujo que llega en exclusiva a través de Club del Disco con un arte de tapa que ilustra muy bien la propuesta experimental de SOA. Recomendamos escucharlo con auriculares donde se aprecian aún más las texturas, paneos y profundidades. En esta coyuntura, sin lugar a dudas, una caricia a la escucha y una posibilidad de transportarse a un espacio sonoro diferente.
Club del Disco
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