Es una hermosa idea la de sacar del olvido material sin duda bellísimo de Atahualpa Yupanqui. Mejor aún si esta idea inicial concluye bien, si tiene el apoyo de la familia (que es el caso, ver las líneas internas de Roberto Kolla Chavero, hijo del poeta de la guitarra), si está bien arreglado y bien grabado, y si los músicos que lo hacen tienen la humildad suficiente como para ponerse detrás de la música y no adelante.
En este disco conviven canciones completamente inéditas de Atahualpa con rarezas, como una cumbia, Piel caoba, con poesía del homenajeado y música de Roberto Valencia, o la bellísima (cierra el disco) Forastero, en el que la composición está a cargo de Carlos Guastavino, nada menos. Así, en la doble función de poeta y músico, nos entregamos a la escucha de los quince tracks del disco.
El cuarteto, un trío de piano, guitarra y percusión con cantante, en realidad, está integrado por jóvenes intérpretes, que provienen de una formación académica. Hay un inmenso respeto por la melodía, por los matices, por las dinámicas. El cantante, quizás más cerca del lied romántico alemán que de la peña de Cosquín, no se esfuerza en componer un personaje imaginario e imposible. Desde la buena técnica, Fernando de Gyldenfeldt entrega una interpretación muy justa y objetiva.
Se trata de un rescate muy necesario y valioso, y no hay dudas de que es un nuevo punto de partida tanto para estos jóvenes músicos como para otros que quieran recorrer este material que estaba en las sombras.
Club del Disco
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