Hay muchas razones para recomendar la escucha (reiterada, si es posible) de este álbum. En primer lugar, su autora tiene una manera singular de disponer las palabras y las notas: se diría que su estilo, a la hora de construir la melodía sobre los textos de los autores elegidos, es de un gran vuelo poético. En segundo lugar, esta notable pianista que es Graciela Jiménez tiene la claridad y ubicación, en un gesto habitual en la música académica, pero inusual en el ámbito del jazz o del folklore, de convocar a cantantes para que sean su voz. Así, Carme Canela es la cantante de casi todos los tracks, con la sola excepción de Tiempo (7), en la que invitó a la misionera Cecilia Pahl.
Otra muy buena razón para escuchar este disco es la calidad de las grabaciones. Hechas entre Granada, Barcelona y Buenos Aires, permiten escuchar con muchísima claridad y con un sonido elegante y muy presente a la vez, a los instrumentos que conforman los diferentes ensambles. La orquestación también juega híbridamente entre el jazz, la música popular y la música de cámara de este siglo. Miguel Zulaica alterna percusiones variadas con una batería más estándar, y a los vientos habituales en el jazz (saxo alto, barítono) se suman el fagot, oboe y corno inglés, entre otros, para dar mayor variedad tímbrica.
En el interior de la gráfica, unas líneas de Sergio Pujol admite la dificultad de etiquetar esta música. Es un registro de enorme originalidad (eso, que parece tan difícil siempre), pero la originalidad por sí sola no explica la fascinación que producen estas canciones: es la belleza de las formas y la brillantez de las interpretaciones lo que nos subyuga. Es un placer presentar a través de nuestro sello esta nueva música.
Club del Disco
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