El caos organizado que parece vivirse arriba del escenario, la sensación de que en cualquier momento se puede desencadenar una fiesta alocada, recuerda a las películas más vertiginosas de Emir Kusturica, como Underground o Gato negro, gato blanco. La diferencia es que aquí el público no está cómodamente sentado en sus butacas sino que interactúa con la banda; es parte sustancial del show. Desfilan las canciones, los temas instrumentales, se lucen los distintos personajes (ninguno de perfil bajo) de la No Smoking Orchestra y Kusturica parece que controlara un poco todo, desde un tímido segundo plano que parece elegido por él.
La filmación es simple y realista, transmite lo mejor y más importante del acontecimiento, la energía viva que experimentan tanto músicos como asistentes en igual medida. Y no hay trucos en poco mas de una hora de verdadero show que muta muchas veces, pasando por momentos de saltos explosivo u otros pasajes más cadenciosos, todo en un clima festivo.
La No Smoking Orchestra sería algo asi como una orquesta bien típica de pueblo, sólo que esta aquí es amplificada y por momentos suena un poco "rokera", por decirlo de algún modo. La banda incluye acordeón, bajo y guitarras eléctricas, batería y percusiones, teclados, vientos y violín. Estos últimos junto al acordeón y la voz de un extrovertido Mc (maestro de ceremonia) son los guías y apuntaladores de la fiesta. Toda la orquesta encausa la energía en el sonido de esos temas con clara impronta de su tradición balcánica. Algunas piezas instrumentales y otras canciones que se cruzan con otras músicas populares, cantadas en ingles o su idioma natal, el universo que exponen es comprensible por cualquiera en la parte del mundo que sea. Todo muy ameno y hasta casi familiar, se muestran haciendo lo que más les gusta, para el goce de todos.
Comentarios