El tiempo obra sus milagros. ¿Quién le iba a decir a Miguel Zavaleta que cuatro décadas después de la salida de su primer disco unos locos le iban a proponer hacer la (primera) edición de ese material en CD? Fundaron un sello en 2022 para reeditar esta y otras joyas descatalogadas del rock nativo. Tan locos no deben estar...
Se trata de una música que ahora, a la distancia, suena cada día mejor. En aquel entonces eran desconocidos casi totales, pero hoy resuenan de otra manera nombres como los de Jorge Minissale (guitarra), Daniel Colombres (batería) o Juan del Barrio (teclados). El álbum, cuyo productor ejecutivo fue Daniel Grinbank, tiene ya lo que sería el sello distintivo de Sueter y de Zavaleta en general: un pop sofisticado, muy bien tocado (parecen sesionistas de jazz por el sonido) y con esa mezcla tan particular de dulzura e ironía en las letras.
Es que el estupendo cantante que ya era Zavaleta en 1982 logra ser dulce cuando es irónico, y esa es una mezcla rara y cautivante, que obliga a escuchar con atención. Lejos del "pop para divertirse" que encarnaban otros grupos de la época, con cierta cercanía a Los Abuelos de la Nada (que recién estaban comenzando a llamar la atención de público y periodistas), este disco tiene gemas listas para ser descubiertas. Bombas que, como esos misiles intactos de la Segunda Guerra, están listos para estallar cuarenta años después, al hacer play.
La gráfica trae todas las letras y la data, además de regalarnos con una imagen de lo que fue el afiche promocional. Una alegría encontrarse con esta edición y escuchar el disco en el auto, simulando que es un casete...
Club del Disco
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