Adrián Abonizio y Litto Nebbia evitaron el lugar común del álbum que reúne a dos artistas, en el que cada uno aporta sus propias canciones y eventualmente comparten autoría en uno o dos tracks. La historia de La suite rosarina, disco que lleva por subtítulo Postales afectivas de la Ciudad, es diferente. A partir de dos poesías que Abonizio le envío a Nebbia en 2018, para que los musicalice, comenzó esa relación de ida y vuelta por email que concluyó con este disco de casi veinte canciones nuevas, todas con Rosario y sus habitantes como tema.
Predomina la voz de Nebbia cantando, pero también hay intervenciones de Abonizio. La única excepción en cuanto a la novedad del material es una bella versión que tejen entre los dos de Vals de mi hogar, el clásico de Litto que abría Muerte en la Catedral (1973) que no desentona con el resto del disco, lo que ratifica lo que decía Nebbia cuando presentó 1992 en 1984: que su música era comprendida años después.
Hay canciones llenas de inspiración, y la voz de Litto parece haberse detenido en el tiempo, no envejece más. Hay detalles que ya son su marca registrada, como esos sintetizadores que también se detuvieron en algún momento de la década del 80. La ciudad es retratada a través de sus lugares y personajes más icónicos: el Parque Independencia, el Paraná, Pichincha, la trinidad que conforman Fontanarrosa, Olmedo y el Che Guevara, pero también por el barrio, por personajes menos rutilantes pero entrañables, de una escala más humana quizás.
En un gesto inusual para estas épocas, la edición incluye un librito de 20 páginas que traer todas letras e información del disco.
Club del Disco
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