Cantante de tango, diseñadora gráfica, actriz, coach vocal y, como si esto fuera poco, autora de bellas canciones que incluye en este álbum. Marcela Arroyo vuelca mucho de sus artes y oficios en De par en par. Desde Suiza, donde vive hace ya un buen tiempo, viene de visita a Buenos Aires para mostrar en público este álbum grabado allí con mayoría de músicos argentinos.
Con coraje, la artista decide no quedarse encasillada en el rol de intérprete, y muestra canciones propias. Todas están vinculadas a sentires profundos, a vivencias de la infancia o a situaciones nuevas que la atraviesan, como la maternidad. Y, más allá de su innegable técnica, es decir de su destreza como cantante, en su propio material se percibe una sinceridad que emociona. Con palabras simples, sin rebusques, llega directo al corazón.
La misma calidez se percibe en sus interpretaciones: algunas con arreglos esenciales, como la del Gato panza arriba (de Juan Falú, track 5) en el que se luce la guitarra de Pablo Allende, que a la vez es productor artístico y arreglador del disco; otras, más cercanas a lo urbano, como Coplas al agua (6), de Juan Quintero, donde el grupo bordea el jazz o el pop.
El grupo que la acompaña también está ubicado, por sonido e intención, en un lugar intermedio entre la canción de raíz folklórica, el jazz y el rock argentino. Y se destaca con sus intervenciones, la novedad tímbrica del flugel o la trompeta de Matthieu Michel. Alguien podría pensar que en esos momentos el grupo suena más cerca de Montreux que de Cosquín, pero lo cierto es que en general se trata de una música para escuchar de cerca, en una sala adecuada; no para un festival.
Genuina, sólida, segura y apelando a una artística alejada de los lugares comunes de la proyección folklórica, este hermoso álbum de canciones viene a demostrar una vez más lo variado que puede ser el espectro de la música de raíz latinoamericana. ¡A escucharlo (y escucharla)!
Club del Disco
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