Jugando con los géneros y las tradiciones, con bastante sentido del humor este quinteto eligió su nombre. En el habla popular rioplatense, ser de madera supone ser muy malo en un arte u oficio. Se dice de un jugador de fútbol rústico, de alguien que toca mal un instrumento o que es malo en su trabajo. A la vez, las maderas son una de las dos familias de vientos (la otra es la de los bronces): básicamente flauta, clarinete, oboe y fagot, con todas las derivaciones. Se supone, a priori, que un ensamble de maderas refiere a eso, a los instrumentos de viento de la orquesta, pero acá eso está pícaramente subvertido ya que incluye entre los cinco instrumentos a una guitarra, hecha, claro está, con madera.
Así, el Quinteto de Madera que lidera el joven flautista Julián Solari (flauta en sol), está integrado además por dos flautas traversas que tocan Nathaly Morán Palacio y Lucila Crisman, un clarinete a cargo de Pedro Terán Espinoza y la guitarra en las manos de Federico Lenarduzzi. La inclusión de este instrumento armónico permite que el combo suene realmente como un grupo folklórico y no como una recreación académica alejada de la experiencia telúrica real. Porque la guitarra no es sólo armonía: su rasguido percusivo le da el carácter de danza a chacareras, cuecas, gatos y zambas.
El grupo se amplía en cuatro tracks gracias a la inclusión de percusión y contrabajo, y dos cantantes aportan sus voces para que el disco no sea sólo instrumental: hay tres piezas cantadas. Los arreglos fueron escritos por los ya mencionados Solari y Lenarduzzi, a excepción de la bella Cueca de lejos (track 8), que es un arreglo del pianista de Quinteto Bataraz, Lisandro Baum y el tema que cierra el álbum, El Arpeao, de su autor, Sebastián Gangi.
La dicotomía música de tradición escrita vs. música popular no está presente en el trabajo del quinteto. Más allá de la excelente técnica de los instrumentistas, la impronta delUn quinteto es claramente folklórica. No suenan como músicos de orquesta tocando folklore argentino, sino como un grupo folklórico con instrumentos de viento.
Grabado en los Estudios Ion, con todo el sonido a cargo de Federico Nicolao, el audio es un lujo. Suena natural y sin trucos, cercanos y con buen rango dinámico. El arte también es original y bello, responsabilidad de Nacho Vidal.
Una apuesta original que dio muy buen resultado. Se puede escuchar durante semanas y siempre se le descubre un detalle nuevo. Gran opera prima del Quinteto de Madera.
Club del Disco
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