(RESEÑA DEL CD)
Hay mucho escrito sobre este disco y se consigue en internet (y en algún libro también). Resumiendo un poco lo que se puede leer por allí, digamos que la personalidad magnética de Miguel Abuelo cautivó a un productor francés, Moshé Naïm, que decidió invertir dinero en la grabación y pagar una gira del grupo, que se llamaba Nada, por el país galo. Pero no salió todo de acuerdo a lo esperado: entre el registro de las canciones en 1973 y la salida final del disco en 1975 (se retrasó por distintas vicisitudes técnicas) el grupo se había disuelto, Miguel ya estaba en otro viaje y quedó un álbum huérfano de banda.
Editado en Francia, nunca llegó a nuestro país, en el que no se tendrían noticias de Miguel Ángel Peralta (tal su nombre de pila) hasta su regreso en 1982 para armar los definitivos Abuelos de la Nada. Esta lujosa edición en CD es la primera hecha en el país, gracias a una licencia hecha con mucho coraje por RGS Music, sello independiente argentino. La cajita es de las que se usan en las ediciones europeas o japoneas y trae un book con buena calidad e información.
Una de las razones de que el grupo no prosperara pese a este fantástico disco se encuentra en lo que suena: las personalidades y los gustos de Miguel y de Daniel Sbarra (guitarrista que luego sería parte de la última formación de Virus con Federico Moura) eran, más que complementarios, opuestos. El guitarrista, sin duda un músico virtuoso, se ve más interesado en los poderosos riffs al estilo Deep Purple o Led Zeppelin, mientras que las canciones de Miguel todavía tienen una nostalgia hippie con mucho de folk y de espíritu Beatle. De hecho, en el LP de vinilo se ve claramente que quedó un Lado A Miguel Abuelo y un Lado B Daniel Sbarra, en cuanto a las autorías.
Dicho esto, hay que escuchar esa voz tan característica cantando Estoy aquí parado, sentado o acostado (track 3) o Recala sabido forastero (6) para entender al sufrido empresario: es imposible no caer subyugado antes esa emoción inimitable que transmite. El nivel interpretativo de todos los músicos es superior (la banda era una mezcla de argentinos y chilenos viviendo en Francia), y la calidad de grabación supera a cualquier álbum de rock que se haya grabado en la Argentina en esa década.
Un disco sin parangón posible, totalmente ahistórico ya que no pudo influir en la historia del rock nacional al permanecer secreto para los músicos locales. Miguel Abuelo diez años antes del pop alegre de Vasos y besos; pero, sobre todo, un álbum impresionante desde donde se lo quiera escuchar.
Club del Disco
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