Grabado por Jorge Portugués Da Silva en los Estudios Ion en 1987, “en cuarenta horas” como reza la gráfica, En solitario supo tener su Lado A y Lado B antes de ser editado en CD. En la primera cara se podía escuchar una suite en cuatro movimientos, Cuatro improvisaciones en piano, que realmente suena como un impromptu en el estudio, y al final el tema suelto Un paseo en Chindirica, donde ya hay sonidos sampleados y sintetizados. El Lado B era otra suite, hecha con teclados, de carácter onírico y con resonancias legendarias y sinfónicas.
Esos primeros cuatro tracks son de una frescura y espontaneidad notables. Hay que recordar que Lito Vitale venía de su fuerte experiencia en MIA, primero, y ya con el trío Vitale-Baraj-González, tan trascendente que en la década del '80 con decir "el trío" ya alcanzaba. Era joven y sin embargo ya muy conocido, y en este disco pasa de la fusión (como se llamaba a lo que hacían en esa época grupos como el famoso trío) con retazos de folklore argentino, tango y algo de jazz-rock (otra categoría autóctona de esa época) a esta música si se quiere más universal, que conectaba en cierto modo con experiencias como las del rock progresivo de los 70 pero también, y sobre todo, con sonidos electrónicos como los que aportaban el francés Jean-Miche Jarré o el japonés Kitaro. No tanto desde las formas musicales, pero sí desde ese aura de tecladista-hombre-orquesta, con gran manejo de los climas.
De hecho, es muy posible que los cinco tracks "orquestales", por asi llamarlos, de En solitario, sean realmente improvisaciones hechas en sucesivas capas, en el estudio. Pero la sensación que dejan es que Vitale está probando su paleta orquestal, que en la década siguiente lo distinguiría. Un estilo muy personal en el que dirige una orquesta imaginaria y en el que alcanzó una notable maestría tanto para difundir sus propias creaciones como para acompañar cantantes, siendo su dupla con Juan Carlos Baglietto lo que más trascendió a partir de los '90.
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