Si uno hace lo que se espera de cualquier oyente y arranca por el comienzo la escucha de Efervescencia puede creer que está frente a un disco que abreva en la tradición del swing: un contrabajo haciendo walking, y un discurso algo fragmentado de frases a dúo entre saxo y guitarra; luego de un coro, el solo de guitarra. Con mucha libertad armónica, pero no deja de parecer, por el pulso rítmico, un clásico derivado del jazz post bebop. Bueno, es un espejismo o, en todo caso, sólo una cara de una obra con influencias muy diversas (de hecho en el track 4, Ulela, nos encontraremos nuevamente con un walking parecido). El universo sonoro de Axel Scheinsohn tiene mucho más para ofrecer, y en los tracks siguientes suena contemporáneo y cercano a otras experiencias de la música que se toca ahora en este confín del mundo.
Con mucha participación melódica del saxo tenor de Camila Nebbia, con diversas exploraciones tímbricas, como el uso del contrabajo con arco que toca Hernán Cassiba, otro conocido de los socios del Club, en Interferencia (5) y con un sonido de guitarra limpio y lleno de graves, que recuerda a viejos maestros como Joe Pass más que a los héroes del momento, y el aporte preciso y claro de Guillermo Harriague en batería, Scheinsohn presente un primer álbum muy solvente, con una duración de LP (39 minutos) y donde la poesía y la imaginación están en la música y no en los nombres de los temas, generalmente una sola palabra.
La estructura de los temas permite al guitarrista dar pie al lucimiento de sus compañeros, como ocurre con el contrabajo y el saxo en Soda (6), un buen ejemplo de esta generosidad. Y, con músicos con tanto vuelo, se agradece esta apertura. El cierre, Dipa (7), con una deliciosa melodía tocada al unísono por guitarra y saxo, es un colofón perfecto para este promisorio debut discográfico.
Club del Disco
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