De formación académica, pero subyugado a la vez por los ritmos y colores del folklore argentino, Ricardo Liniado compuso, arregló y dirigió las dos suites que integran este álbum no casualmente llamado Contrapunto folclórico. Lo que a priori podría parecer contradictorio en realidad no lo es: como ya lo demostrara en sus dos álbumes el violista Julián Polito, las danzas del barroco temprano tienen todo que ver con la zamba, la vidala y la chacarera.
El compositor ofrece aquí una profundización de lo que fue Folklore de cámara, su primer disco, que presentamos en el Club en noviembre de 2010 y en el que también había dos suites, sólo que de siete números cada una, en lugar de las seis que tienen las de este nuevo trabajo. La suite es una típica forma de presentar un conjunto de danzas, seguidas una de otra (suite en francés se puede traducir como seguidilla) propia del barroco. En el caso de Liniado, las danzas son valsecitos criollos, chacareras, malambo, en lugar de minué, giga o contradanza. Pero, como decíamos en el primer párrafo, no están tan lejos…
El trío rítmico (piano, bajo y percusión) es el mismo que el del primer disco. La guitarra la toca Juan Martínez, quien había compartido ese puesto con Armando de la Vega anteriormente. El único cambio es en la flauta, con la entrada de Daniel Lifschitz en lugar de Alejandro Santos. Liniado escribió, arregló y dirigió, lo cual para un álbum de música popular no deja de ser una rareza, pero en el caso de este artista ya es una marca registrada.
Fiel a su estilo, preciosista y detallista en su escritura, Ricardo Liniado ofrece un álbum lleno de ideas que hermana a Bach con Santiago del Estero, a Telemann con la milonga.
Club del Disco
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