Waldo de los Ríos (repaso biográfico)

El caudal de un hombre

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Respetado por muchos pero mal conocido; más recordado por sus éxitos comerciales que por sus muchos aciertos, la figura de Waldo de los Ríos ha sido revalorizada en los últimos tiempos gracias a la edición de sus trabajos más significativos. En pocas líneas intentamos delinear un perfil de este artista contradictorio, de trayectoria fascinante y polémica al mismo tiempo.

Waldo de los Ríos nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1934 con el nombre de Osvaldo Nicolás Ferrara, y murió en Madrid, donde vivía desde 1962, el 28 de marzo de 1977, suicidado por un disparo de escopeta. Pianista, compositor, arreglador y director de orquesta, se crió en una familia de músicos: su madre era la cantante folklórica Martha de los Ríos, a quien acompañó al piano desde muy joven en sus giras. Luego estudió composición en el Conservatorio Nacional, nada menos que con Alberto Ginastera y Teodoro Fuchs. Ya en 1958 viajó a los Estados Unidos por invitación del sello discográfico para el que grababa.
En 1962 se radicó en España, donde rápidamente ganó popularidad como pianista, compositor y arreglador. Escribió música para películas, tanto en la Argentina como en España y Hollywood. Es el autor, por ejemplo, de la música de Boquitas pintadas (1974, basada en la novela de Puig), entre muchas otras. Pero la popularidad de este multifacético músico se debió a dos de sus “frentes”: por un lado, su aporte a la renovación del folklore argentino con Los Waldos, grupo que creó a principios de la década del ’60; por el otro, la adaptación al gusto popular -hasta llegar a las discotecas y a rankear bien alto en los charts europeos- de temas clásicos de Verdi, Beethoven, Mozart o Mendelssohn, entre otros.
Su labor en el campo del folklore se dio naturalmente por una cuestión de familiaridad en todos los sentidos de esta palabra. Por su casa circulaba el folklore de todo el país, por lo que fue natural y debido a su curiosidad, talento para el piano y estudios con compositores de vanguardia, que llevara esa tradición hacia un nuevo lugar. Porque, recordemos además que fue contemporáneo del “Cuchi” Leguizamón, de Ariel Ramírez, Manolo Juárez, Eduardo Lagos y otros compositores que renovaron el lenguaje de la música popular argentina. Vivió en el momento justo (años ’50 y ’60) y en el lugar indicado para ser parte de esa renovación desde un lugar cercano a la práctica académica, es decir a la escritura orquestal formal. A diferencia de la escuela nacionalista que había llegado a la música tradicional nativa desde la tradición romántica europea, Waldo de los Ríos dominaba a la perfección el lenguaje popular, por lo que sus composiciones no eran híbridos sino una lectura folklórica de procedimientos académicos.
Su capacidad como orquestador, arreglador, pianista y compositor son innegables. Su imaginación, en una época en la que grandes cambios ocurrían en la música popular, lo llevó a experimentar con la materia prima de obras clásicas (óperas, sinfonías, oberturas), logrando grandes éxitos de ventas, popularidad y el desprecio de muchos de los que lo defendían por sus trabajos anteriores. En ningún momento sintió que debía defenderse de las críticas, ni tuvo una actitud vergonzante por el hecho de que en los locales de baile la gente se moviera al ritmo de su versión de las sinfonías de Beethoven o Mozart. Este recurso acercó a gran cantidad de personas compositores que antes sólo eran consumidos por una elite en los países hispanoamericanos (su popularidad en España estaba a la par de la que tenía en Sudamérica). La sensación es que son parte de una época esas versiones, que no resistieron el paso del tiempo y que, seguramente, si Waldo de los Ríos no hubiera terminado con su vida debido a una profunda depresión, no estaría haciendo ahora esa música. Pero, claro, son especulaciones, nunca lo sabremos. Nos queda la maravilla de su pianismo, de su sensibilidad en esas audiciones en Radio Municipal que ahora nos conectan otra vez con su costado más genuino.


> ver y escuchar disco de W de los Ríos acá

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