A través de distintos géneros, el hilo conductor del disco son las cuerdas de la guitarra de Marcos Di Paolo, acompañadas por charango, contrabajo y percusión sólo en algunos temas. Es para destacar que ese ensamble siempre suena al mismo nivel técnico del autor, con idéntica precisión y sin abandonar por eso el clima de calidez y lo accesible de la escucha que tiene todo el registro.
Al ingresar a Piedras del agua, se percibe un gran respeto del autor por los distintos géneros de la música popular sudamericana. Sin embargo, ese cuidado no transforma el disco en erudito o cerrado, ya que el talento en la interpretación hace que el escucha se sienta frente a una gema musical, un trabajo para ser disfrutado y escuchado varias veces, para descubrir sus distintas capas.
Como cierre del álbum, la clásica zamba A Don Rosa Toledo, de Ramón Navarro (padre e hijo) es la única de las pistas en las que se encuentra una presencia vocal. En este gran final, se intensifica el clima emocional y algo melancólico que construye desde el comienzo. Es una expresión cargada de sensibilidad comprometida, a favor del vigor y dinamismo de un folclore que el autor hace suyo con un perfil propio y cuidadoso.
El Club del Disco selecciona esta tercera experiencia en estudios de Di Paolo, así como lo hiciera oportunamente con Sures, del trío homónimo que conforma con Facundo Guevara y Diego Wainer y con Arbolito del querer, grabado en conjunto con la Chiqui Ledesma.
Club del Disco
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