Todo comienza con Juego, un bolero en el estilo de Armando Manzanero. Un perfecto ejercicio de estilo, hay que decir, con la armonía jugando con esos acordes jazzeros y una letra amorosa pero algo irónica ("Yo te juego lo que quieras/que antes de 2040 serás mía...").
Luego Yuliano Acri entra en su salsa, con Dos relojes (track 2), un synthpop bien ochentoso en el que abundan los teclados y una melodía machacosa. El camino sigue con Recepción: la superposición de sintetizadores genera a veces -con toda intención- sabrosos acordes yuxtapuestos (aclaración: dos acordes diferentes sonando juntos al mismo tiempo) que aportan algo de confusión.
Es innegable la influencia estética de Daniel Melero, y no tanto porque sea el productor del disco, ya que siempre sabe adaptarse a la música del artista, sino porque Yuliano toca con Daniel hace años. Salvavidas (track 4), de tremenda letra; Prestigio romántico (7), que da nombre al trabajo y Amor sin amor (12) son otros puntos muy altos de este disco que tiene coherencia y la duración justa.
Acri no es dueño de una voz potente, por momentos parece sólo susurrar, pero se entiende todo lo que dice y puede ser capaz de dulzura en los momentos que la necesita. Una página de pop romántico con melodías muy finamente labradas, para dedicarle un atardecer de tranquila melancolía.
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