El primer tema de un disco siempre marca una tendencia de lo que vamos a escuchar. Es abrir la puerta y ver qué propone el artista. En este caso, Nave de Orión, poderoso arranque de Dimensional, muestra varias de las virtudes de este segundo trabajo solista de Matías Méndez. Sonidos y armonías galácticas, la voz de Ale Corvalán ahí arriba, una línea de bajo trepidante, y mucha imaginación futurista. Esta nave abre una primera serie de cuatro temas que podríamos definir como de "nueva canción spinetteana", con armonías alteradas, melodías muy bellas y cierta complejidad rítimica, por pasajes.
Otra serie de cuatro canciones, en las que alternan nuevamente los cantantes, se inicia con Ciencia ficción. Esta segunda lista está más dentro de lo que se llama new R&B. Lo que unifica es la mirada poética, muy ligada al futurismo, al espacio exterior, aunque también con lugar para la ternura, el amor.
La última serie de cuatro es instrumental, y podría englobarse en el género jazz, o por lo menos en el jazz que suele tocar como bajista Matías Méndez. De esta manera, el disco tiene dos divisiones posibles; una, la propuesta por el artista; otra, la separación entre aquello que es cantado y lo que es instrumental.
Méndez toca todos los bajos, canta (muy bien) en tres canciones como voz principal y hace coros en otras, arregla, toca teclados en muchos de los temas, y eso es parte importante del sonido del disco, y hasta toca la batería en Hacia el más allá (track 8). Además lo acompaña una constelación de nombres ilustres: Sergio Verdinelli, Juan Cruz de Urquiza, Richard Nant, Juampi Di Leone y Patricio Carpossi, entre muchos otros.
Un potente material, que exige una escucha dedicada y consecuente.
Club del Disco
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