Toda música viene de los ancestros y del pasado más pasado. En la actualidad estamos súper estimulados por distintos canales de comunicación y absorbemos música por kilo. Hoy, con un solo click, podemos acceder a músicas de todo el mundo y eso es maravilloso. En ese contexto, que exista la obra de Anahí Rayen Mariluan es necesario, además de ser un regalo de la compositora hacia sus orígentes y hacia nosotros, oyentes ávidos por conocer su cultura.
Tuvimos el privilegio de presentar su primer trabajo, Kisulelaiñ (No estamos solas) y tenemos la suerte de compartir su nuevo disco que sigue el recorrido por canciones -en su mayor parte- en mapuzungun, que es el idioma mapuche. Con una propuesta intimista pero no solitaria, las melodías se nutren de una voz dulce y segura y de un sonido que no es para nada antiguo. Todo lo contrario: se escucha un disco con producción moderna, dedicado y que une herramientas poco conocidas, como el idioma y la mayoría de los instrumentos, que suenan al lenguaje musical que conocemos.
Para Anahí Rayen Mariluan es indispensable mantener vigente la cultura del pueblo originario y lo hace desde todos los ámbitos en donde se mueve. Editó dos discos de manera solista y dos con Tamborelá (un proyecto de tambores en manos de mujeres), publicó el libro - CD Instrumentos de barro – tierra que canta, editó el documental Cantos de la memoria - Cantos con sentido.
En Amulepe taiñ purrun suenan instrumentos de lo más variados. La mayoría desconocidos para nuestro universo de guitarras, bajos, baterías y pianos. Sobresale la utilización del kultrun, que es el instrumento emblema de la música mapuche. Además, suenan el trompe, las pifilkas y trutrukas, también integrantes de su patrimonio sonoro.
Escuchar su música es transportarse a un mundo de resonancias confortables. Es conocer un cosmos que está tan cerca y tan lejos. Y es aferrarse a la cultura de la tierra y de conmemorar a quienes nos precedieron. La tarea de la artista es magistral, desde su búsqueda y su aprendizaje contínuo hasta la permanente divulgación en su arte. Y ni hablar de cómo lo hace: con talento, reconocimiento y mucho corazón.
Club del Disco
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