Como siempre, con riesgo y mucho talento, otra vez Carmen Baliero nos sorprende y muy gratamente. Este disco debe ser uno de los muy pocos en el mundo con un solo track, de 34 minutos. Lo que grabó no es una canción (no se la podría llamar así). Es la musicalización de esa descomunal disciplina que se impuso Violeta Parra al escribir estas décimas agrupadas, que llegan a 300 versos, que además nombran a todos los números en su orden como van surgiendo. Doble o triple tarea, y quién si no Carmen Baliero para recoger el guante dejado por la gran Violeta y transformar lo que era palabra impresa en una enorme obra musical, ininterrumpida.
Grabada en una toma directa, todo de corrido y en vivo (o sea, tocó y cantó a la vez), en el estudio de Lito Vitale, estas Centésimas del alma son como una escultura de una sola pieza. No tiene trozos añadidos, no puede separarse, no hay sobregrabaciones ni retoques. Su ejecución demanda mucha energía y atención a la intérprete, y escuchar el disco transmite una sensacaión de asombro constante ante lo que viene, inevitablemente. Sumado a esto, la poética visceral y hasta enigmática de Parra.
No queda otra que prestar oído, corazón y mente a este disco único por donde se lo mire. Disfrutarlo, variar las condiciones de la escucha, entregarse mansamente a esta singularidad que hizo Carmen Baliero y agradecer porque sigan existiendo artistas de su talla que se animan a tamaño desafío. Así mismo la artista argentina, pues es una artista completa, también realizó las ilustaciones para la gráfica del disco, con una secuencia de dibujitos.
Hay apenas piano, voz, aire, Violeta, Carmen, palabras y silencios en una seguidilla incansable de pasión y música, para construir un universo lleno de arte sanguíneo.
Club del Disco
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