Es una alegría tener vivo y cantando a un talento tan grande y con la experiencia de Ramón Ayala, y por suerte están sucediendo actos y obras que lo homenajean en vida. Como la película de Marcos López, la exposición de sus pinturas, y como no podía ser de otra manera, su talento musical está ahora registrado en un disco nuevo.
Cuando decimos nuevo pero que incluye “grandes éxitos” es porque se trata de un registro actual, donde el propio Ayala canta hoy sus temas (que algunos incluso, nunca salieron en discos anteriores suyos). Sus composiciones históricas y más populares como El cosechero, Posadeña linda, El mensú, Retrato de un pescador, Canción del Yguazú, Mi pequeño amor o Canto al Río Uruguay, fueron grabadas de nuevo hace muy pocos meses, con una banda armada especialmente para la ocasión, que incluye a los misioneros Hermanos Núñez, Facundo Guevara en percusión y el contrabajista Juan Pablo Navarro.
Esas canciones -que los sorprenderán cuando escuchen el disco- que casi las conocemos todas, tienen un recorrido universal y sirven hasta hoy como puerta de entrada a toda la música litoraleña argentina. Es por esto y mucho más que Ramón Ayala es una figura insoslayable del folklore latinoamericano. Las ideas rítmicas y colores de la triple frontera que confluyen en el noreste argentino con sus grandes ríos, han sido y son la principal influencia en la música de Ramón. Por eso hay chamamé, canción orillera, galopa, rasguido doble, y el gualambao (ritmo que creó el propio Ayala).
Con todo esto y su prosa poética aguda y entrañable, de los trabajadores y sus paisajes, el autor se convirtió en referente no solo musical de la región.
Sus composiciones han sido versionadas de mil formas y en otros países (como el caso de El cosechero), las han cantado y grabado voces como Mercedes Sosa, Liliana Herrero, Teresa Parodi, Pedro Aznar, León Gieco, Ana Prada, Los Alonsitos o Seba Ibarra. También siguen sonando en las radios de Paraguay y Uruguay, representan gran parte del repertorio folklórico local, y hoy aquí dan cuenta de que son más que perdurables.
La grabación es impecable, basada en la voz de Ramón aún con brillo y su tono particular. Los arreglos del dúo de hermanos chamameceros (en bandoneón y guitarra), más los aportes de la percusión (muy importante en la música de Ayala) le dan el marco más que apropiado, y tratándose de estos excelentes intérpretes, podemos asegurar que se trata de la mejor obra de Ramón Ayala, incluso en términos de producción. La cual estuvo a cargo de Javier Tenenbaum (director artístico del sello Los Años Luz), ideólogo del disco, quien contó con el fino trabajo técnico del ingeniero Osqui Amante.
Una obra llena de recuerdos, de presente, de pasiones de provincia y sonidos de la selva; con muchos condimentos que la hacen especial y en sus canciones, eterna.
Producido por Javier Tenenbaum
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