Estamos ante el caso más valioso y acaso uno de los mejores exponentes de la música argentina de vanguardia. En un punto por el entrecruzamiento de ciertas tradiciones sonoras con el presente tecnológico y digital, también por el manejo de los lenguajes de la música pop y la electrónica con una lectura audaz. En otro, por la autogestión y proyección mundial. Además de que recurre antes que nada a los instrumentos acústicos para luego seguir el trabajo en el estudio con la ingeniería electrónica y llevar todos esos sonidos a otra instancia.
Entonces resulta que hay dos procesos compositivos para llegar a un disco de alto voltaje como este. Uno, el de las primeras melodías, las bases y patrones rítmicos, el de tocar los bombos, el charango, los teclados, guitarras, ronroco, sachaguitarras, sintetizadores y cantar, primero (particularmente en este disco esta todo tocado y grabado en vivo, no hay samplers). Y segundo, una labor meticulosa y apasionada de Leonardo Martinelli (compositor, ideólogo y productor del grupo) con la tecnología digital, para re-crear y redondear los temas con todo eso que se grabó, agregando capas, texturas, efectos y arreglos. Pero todo eso ya estaba sonando en su mente desde el comienzo quizás...
Otra novedad en la música de Tremor, que venía siendo instrumental, son las canciones que aparecen en Proa, dos en inglés con la voz de Martinelli (tracks 5 y 11), más una cautivante copla con letra y canto de Micaela Chauque (pueden ver en el video más abajo, algunos detalles de su hechura). Y el disco arranca con una pieza pequeña en base a un texto de Julio Cortázar, con su voz grave para un prólogo muy acertado.
En lo rítmico tienen matrices de malambo y chacarera, o de dubstep y break beat pero ninguna es pura o no se mantiene un solo patrón todo un tema. Los temas mismos son polirítmicos además de cambiantes. Van apareciendo elementos y sonidos en distintos planos, como capas de ritmo o melodía inclusive, a veces usadas (estas frases melódicas) también como artilugio rítmico. Igualmente este disco es el más melódico de grupo, el que más denota la construcción de las piezas desde ideas o intenciones melódicas, casi como canciones aunque no siempre tomen esa forma definitivamente; en el total se hace más universal y accesible.
Hay dos temas bellísimos y tranquilos (Proa y Rocío) que son como el corolario de esta noción de explorar lo melódico con sutileza y llenar el espacio sonoro con mucha riqueza armónica.
Tiene sonoridades del Altiplano o aires de la Patagonia, algunas influencias del electro-rock y de la música contemporánea, todo amalgamado perfectamente con un audio de súper producción internacional.
Es maravilloso encontrar una propuesta así, de tanta calidad artística, que tiene tanto de sangre como máquinas, tanto de intelectualidad en el proceso como emotividad y disfrute o diversión final, tanto de conocimientos formales como de libertad creativa, sin ataduras de géneros ni lugar.
Producido por Leonardo Martinelli
> Leé la entrevista a Leonardo Martinelli
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