En doce canciones (más un track oculto al final) de sonido acústico, compuestas desde la guitarra, Julián Mourín se presenta sin mayores pretensiones y con tranquilidad en este Mate de metal. Y el nombre del disco resume en un punto el espíritu de la obra sus composiciones, pues suena como algo local, amigable e incluso con amigos invitados como Lucio Mantel, Belén Ilé y Ezequiel Borra entre otros músicos que agrandan la ronda del mate, hacen sonar percusiones y ponen la voz. Todo lo demás lo grabó Mourín (guitarras, piano, tambores, teclados y electrónica). A su vez el disco tiene unos detalles urbanos -lo de metal- con sutilezas de programación digital apenas perceptibles, audio cuidado y prolijidad en los arreglos. Se trata de un disco un tanto bucólico, con aires de folk e influencias de ambas orillas del Río de La Plata, a la vez que está hecho y grabado en la ciudad con alta calidad.
La especialidad de Mourín es hacer canciones que pueden ser sencillas de plasmar, sobre las cosas lindas de la vida, gente cercana y comidas caseras. Sin ostentar ninguna magnificencia en la composición, ni buscar complejizar la sonoridad. Sino más bien acompañar una situación o sensación con melodías sencillas y amigables. Incluso desde la instrumentación y los timbres, con recursos que son bien usados. Hay guitarras acústicas, varias percusiones, flauta, piano y muchas voces.
Se trata de un buen primer disco de un cantautor sudamericano folk que se nutre de lo que tiene más a mano para crear y compartir su universo musical con buenas intenciones, y lindos paisajes.
Producido por Julián Mourín
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