Por diversos motivos se fue demorando el contacto de nuestro público con este fantástico disco de jazz. Y lo de jazz viene a cuento de que, así como muchas veces nos gusta jugar a romper las fronteras de los géneros, en otros casos también nos sacamos el sombrero ante propuestas que están claramente dentro de un territorio bien delimitado, siempre y cuando tengan algo nuevo para decir. El trío de Alan Zimmerman se completa con Ezequiel Dutil en contrabajo y Carto Brandán en batería, músicos a quienes conocemos de otros grupos y experiencias. Es un grupo sólido que tanto en las piezas nuevas (es decir, en las de quien firma el grupo y el disco) como en los temas de Monk, Porter o Mingus que completan esta grabación, suena muy compacto y con mucho ensayo encima. Curiosamente algunos temas de Zimmerman suenan a clásicos y algunas versiones de clásicos suenan a música nueva. Cuando eso ocurre... es lo ideal.
Desde el punto de vista del lenguaje pianístico en la improvisación, las manos de Zimmerman corren por el teclado con claras reminiscencias del bop. Esto es inocultable, y no intenta disimularlo. Por detrás, pasan cosas más que interesantes. Los temas van variando rítmicamente: por favor, hacer el ejercicio de escuchar con atención la batería en el track 3, Evidence de Thelonious Monk. En un disco largo (o con temas largos) sin embargo nunca tenemos la sensación de que los solos sean largos. Como decíamos arriba de todo, un elegante equilibrio sobrevuela toda la producción (incluyendo la gráfica) y permite que nada se pase de su punto justo. Lo mismo vale para las intervenciones solísticas del contrabajo y de la batería, tan polémicas siempre. Aquí ocurren con naturalidad cuando tienen que ocurrir, y sin demoras.
Un disco que en 2011, con derecho, se ubicó entre los elegidos de los músicos (ver la encuesta en nuestra web). De un audio impecable, ofrece mucho material para la escucha de los amantes del jazz o de la música, sin rótulos. Placer para los oídos sensibles.
Producido por Alan Zimmerman
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