Recientemente presentamos una de las grandes obras para piano y orquesta del siglo pasado, obra del talento de Rachmaninov; ahora es el turno de otro de los grandes compositores rusos que dio la primera mitad del siglo XX: Sergei Prokofiev (1891-1953). Su tercer Concierto para piano en Do es quizás la obra fundamental de su madurez como compositor, escrita ya de regreso a la URSS de Stalin y estrenada por él mismo. Abunda la literatura sobre el compositor y sus difíciles circunstancias en esos tiempos, por lo que no nos extenderemos demasiado en su biografía. Baste repasar una vez más la fecha de su deceso para comprender que cuando Martha Argerich estudió y grabó esta obra su recuerdo todavía estaba muy fresco en la memoria del público y los intérpretes. El otro compositor que completa este disco es Maurice Ravel (1875-1937), que aporta su muy celebrado y temido Concierto en Sol y los tres poéticos números de Gaspard de la nuit.
Argerich nunca fue solamente una virtuosa del piano, en todo caso una de sus virtudes es su perfecta técnica pianística, pero desde el comienzo de su carrera demostró un afán por incorporar a su repertorio piezas poco complacientes del repertorio contemporáneo. Y el comienzo de la carrera de Martha Argerich ocurrió (como suele suceder en el caso de los jóvenes talentos) muy pronto en su vida. En 1955 ya estaba estudiando en Europa; cuando realiza esta grabación en 1967 ya era una celebridad de 26 años de edad. Y hay que ver cómo tocaba y grababa ya en esos años (lo sigue haciendo ahora): el catálogo de Deutsche Grammophon da testimonio de las obras que formaban parte de su repertorio en esa primera década de pianista profesional; tanto Prokofiev como Ravel, junto a Chopin, Beethoven y Liszt, están entre los autores más grabados por Martha. También tuvo tiempo para dedicarle a Shostakovich y a Stravinsky: siempre hubo una tendencia en ella hacia los compositores eslavos y hacia la música del siglo XX.
Las dificultades de los dos conciertos para piano de esta grabación no son sólo de orden técnico. Esas barreras son saltadas con facilidad por una pianista de este nivel. Quizás lo más difícil sea comprender y hacer comprender al público el hondo contenido espiritual de esta obra de Prokofiev, quien parece ya "estar de vuelta de todo". Desde el punto de vista del lenguaje musical es una obra mucho más "digerible" que sus Cinco piezas para violín y piano, por ejemplo (también grabadas magistralmente por Argerich). Es quizás la música más accesible de Prokofiev para el gran público, si no contamos Pedro y el lobo, claro. La melancolía tiñe casi todos los pasajes de los tres movimientos, y es curioso notar que el compositor se despoja de muchos recursos adquiridos previamente, para utilizar, casi, la armonía tradicional del siglo XIX. Así, se ubica impensadamente más cerca de sus predecesores rusos (Tchaicovsky, Mussorgsky) que nunca.
El Concierto en Sol de Ravel completó la grabación en 1967, como lado B del LP de vinilo. El gran público conoce, de la producción de Ravel, solamente el Bolero; antiguamente su Cuarteto de cuerdas y su Pavane pour une infante défunte también gozaron de cierto reconocimiento. Y, por lo anecdótico, su Concierto para la mano izquierda, también tiene cierta fama, aunque sea de nombre. Por lo demás, se puede decir de Ravel lo mismo que de Debussy: sus nombres son citados frecuentemente en los medios de comunicación por gente que no conoce ni comprende su obra con profundidad. En el caso de este concierto, no es de las obras más amables que escribió Ravel: exige atención de parte del oyente y maestría de parte del solista y de la orquesta. Luego, como regalo al final del CD llega la poética obra Gaspard de la nuit, para piano solo, en grabación de 1974.
Martha Argerich nos regala su visión de Prokofiev y Ravel en estas tres obras desafiantes.
Producido por Rainer Brock
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